"Dos circunferencias son tangentes
cuando, tocándose la una con la otra no se cortan".
Sinónimo de tangente según la RAE: vecino/a.
Dos entes iguales que son vecinos/as se tocan pero no se mezclan, ¿no? Pues ese es el sentimiento que tengo este día tan gris. No quiero mezclarme con mis vecinos.
Corazón y cabeza en mí no van de la mano. Muy pocas veces
son las que el corazón me actúa antes que la cabeza, y si en algún momento
ocurrió, el corazón fue antes aconsejado. Esta dicotomía resurge un 29 de
marzo. HUELGA SÍ o HUELGA NO. Corazón sí, cabeza no. Son muchas las razones por
las que me encantaría apoyar la Huelga General, e innumerables, pero “mi testa
dijo no” (casi parafraseando una canción de Alejandro Sanz).
Está claro que la reducción de derechos de los/las
trabajadores/as se va a llevar a cabo, y que solamente ven esta reducción precisamente
los/las trabajadores/as, porque si esperamos que la patronal apueste por este
tema, la llevan clara. Se habla mucho de recortes de derechos, y me enojo por
ello, pero, ¿y los deberes de los/las trabajadores/as? ¿Qué es eso de montar
una huelga general y la manifestación de la misma a las 6 de la tarde? Que yo
sepa las huelgas son para protestar y asumir las consecuencias de esas protestas.
¿Qué consecuencias puede asumir alguien que va a trabajar por la mañana y va a
la manifestación por la tarde? ¿Ninguna? Esto es lo que han hecho los
convocantes, permitir que los cabezas visibles vayan a su trabajo
tranquilamente un par de horillas y por la tarde salgan en la foto de turno
como un protestante más. Me niego a
formar parte de esto y mira que me gustaría hacerlo, ya que llevo demandando desde hace tiempo: VAMOS A LIARLA, pero me niego. Lo siento
por mis compañeros/as de profesión que secundan la huelga, por los parados/as
que salen a la calle con un hilo de esperanza, por los/las currantes que van
más allá de una hoja de firmas de control, por los/las que
verdaderamente sienten esta huelga como un BASTA YA, por Marcelino Camacho
padre de las huelgas generales, por la que siempre está ahí y no entiende por
qué me he marchado a trabajar esta mañana, por todos los hijos que vendrán a
este pro-precario mundo que nos espera, por todos/as ellos/as, siento ser un
grano de arena en un suelo de asfalto.
Y sigo con los deberes. El deber de un/a trabajador/a es precisamente
trabajar y DEFENDER A LOS/LAS
COMPAÑEROS/AS. Pero yo en esta sociedad que me rodea ahora no me siento compañero de nadie. No me
siento compañero de nadie porque trabajo 9 meses al año, tengo casi tres meses
de vacaciones, tengo todas las tardes libres, no hago nada por la mañana,
simplemente enseñar a sumar y a restar, no me canso físicamente y por tanto no
sudo cuando trabajo ,cobro un dinero que otros querrían para sí aunque me hayan
reducido casi un 20% de sueldo en el último año (siendo la gran diana de las
risas de los/las que me piden que vaya a la huelga) y encima soy un privilegiado por cobrar a fin
de mes durante toda la vida. No me siento compañero porque vivo en un mundo
aparte de los/las currantes de a pie que sudan cada día a la gota gorda para
llevar el jornal a su casa, que así me lo han hecho llegar durante mucho
tiempo, desde hace casi 6 años. Rabieta quizás, pues llamadlo como queráis, pero este
que está aquí no va a mover un dedo.
Dónde estaban los sindicatos y el resto de
las personas cuando les pedíamos ayuda para que se nos respetara
económicamente, dónde estaban los sindicatos y el resto de las personas cuando les
pedíamos ayuda para que nuestro gremio no fuera machacado diariamente, donde
estaban los sindicatos y el resto de las personas cuando les pedíamos ayuda por
las agresiones en una aula a una compañera hace ya tres años, donde estaban los
sindicatos y el resto de las personas cuando hace dos años llamamos a la huelga
por los recortes de derechos del profesorado por el ROC, y así podría seguir hasta cansaros. Lo siento pero no
puedo. Egoísmo. Pues sí. Pero cuando se pide ayuda y no te la conceden por
despecho, es complicado ayudar sin acordarse de lo ocurrido.
Otra vez será.