"Se dice que una figura rectilínea está
inscrita en un círculo, cuando cada ángulo de la figura inscrita toca la circunferencia del círculo"
Qué cierto es eso que dicen: algo no te llega dentro hasta que no te toca. Eso es lo que está
ocurriendo en mi pueblo debido al programa que ofreció Callejeros el viernes 2 de septiembre con título de Isla Cristina.
Para los que no tuvieron
el gusto de verlo, deciros que fue una operación a corazón abierto de mi pueblo
en busca de ciertos tumores y temores de una enfermedad anunciada. Y digo yo, ¿os
sorprende algo la actitud de este programa? Todos los que hemos visto alguna
vez alguno de sus episodios sabemos a lo que van. ¿Y sacan la realidad de los
lugares que visitan? La respuesta es NO, no sacan la realidad que al que le
toca le gustaría que sacaran. Cuando yo vi el de las famosas “tres mil
viviendas” no me sorprendió nada de lo que se mostró porque tengo un juicio de
lo que allí pasa sin haber estado siquiera dentro. Pero gracias a que tengo un
conocido que vive allí sé que hay una realidad distinta a la que se expuso. De
la misma manera me ocurrió con el episodio de “Palma Palmilla”, gracias a una
compañera de trabajo y vecina de esta barrio, sé que la realidad que se manifestó estaba muy localizada
y era totalmente distinta a la realidad generalizada.
Por eso ya que Callejeros
nos deleita con un programa íntegro dedicado a mi pueblo, y sabiendo de lo que
van, ¿por qué no sacó imágenes y comentarios de la otra realidad?
Yo hubiese optado por mostrar en vez de dos chavales mariscando
coquinas, que buscan dinero de manera ilegal (por no tener licencia) para
llevar algo de dinero y de comer a casa, hubiese enseñado cómo se llevan el
mismo género de manera mucho más legal los veraneantes
(como se dice en mi pueblo) y no tan
veraneantes en la playa de La Gaviota, reduciendo, por cierto, de manera casi
exponencial una de nuestras identidades y dejando sin marisco a los que se
ganan la vida con ello. O por qué no, en vez de estos chavales coquineros por “obligación”, hubiese exhibido con orgullo a
todos los armadores, patrones y marineros de los barcos chupona (barcos mechilloneros o chirleros), que han agotado el
caladero hasta la extenuación (y pidiendo ahora subvenciones varias) vendiendo
una tara (así se llama al máximo vendible) de manera legal y tres de manera
ilegal a sabiendas de algún pez gordo. Puestos a pedir, ¿verdad?
El temita de la droga y los drogatas. Por qué carajo
salieron los pobres drogatas de la parte trasera del cementerio en sus módulos
chaboleros, que se dedican a mendigar por las calles del pueblo en busca de la
misericordia de algún bienhechor. Yo hubiese mostrado con jactancia a los
tantos y tantos conductores de coches que superan los treinta mil euros, sin
haber dado un palo al agua en su puta vida. O por qué no, a los cinco golfos
traficantes (conocidos por todos), algunos propietarios de barcos, que engordan
sus arcas a costa de la juventud que se pudre. Pero no, tuvieron que sacar a
los drogatas.
¿Y la marchita nocturna en el polígono? ¡Vaya juventud!
Por más que miraba no conocía a nadie, no me sonaban vaya, como si no fueran de
allí. Seguro que con la droga que llevaban en lo alto les había cambiado hasta
la cara. Yo hubiese mostrado a otra juventud, a la que por tener dinero, coche,
moto, casa, droga y chulería se creen que tienen el poder y faltan el respeto al que le
llama la atención por algo tan retrogrado como fumarse un canuto delante de sus
nietos, o por casi atropellarte en un paso de peatones con su motito y reír
encima la gracia.
Y por último, no sé cómo pudieron sacar a los del matapiojos contando que vendían droga
porque no hay trabajo debido a la crisis, en vez de deleitarnos con las declaraciones
de nuestra señora alcaldesa, explicando por qué ha creado cientos de puestos de
trabajo , NUEVOS, dependientes del ayuntamiento, y, ¡qué casualidad! muchísimos
relacionados con su amplia familia.
En fin, y puestos a pedir, tendrían que haber mostrado
la realidad como es, aparte de la que mostraron.
Qué hijos de puta, estos de Callejeros.