"Si se toman dos puntos al azar en la circunferencia de un
círculo, la recta que une los dos puntos estará dentro del círculo".
Personificando
los elementos geométricos podríamos decir que si unimos dos sujetos del mismo
entorno, ambos quedan integrados dentro del mismo. Hace tiempo en un mercadillo
campesino en Galaroza (Huelva) leí un eslogan que decía Yo consumo LO-LO, lo local y me hizo recapacitar sobre la manera de
actuar en mi vida.
Antes, si se me permite la expresión, funambulaba sobre el fino alambre de los problemas generales de este país y de mi Comunidad, pero caí a la red de mi entorno, o me dejé caer queriendo, y supe poner los pies en el suelo por lo que realmente quiero, cambiar o intentar cambiar mi entorno. Unirme con mis iguales para lograr ese objetivo, con las herramientas que tenemos, que no son muchas desde luego. De qué sirve quejarme, aunque tenga motivos suficientes, de las decisiones políticas irreversibles, si por ello descuido las cosas que más anhelo. Y no me refiero a lo personal, que nunca lo he dejado aparcado, sino a lo laboral o lo sentimental. Supe preocuparme por 30 púberes en sus pupitres y sus preocupaciones cercanas; percibí la necesidad de darle importancia a los materiales con lo que trabajo cada día porque es nuestro sustento; comprendí que una etiqueta de anís del mono, como diría Chiquito de la Calzada, abre muchas puertas pero no todas; entendí que luchar por la economía de barrio SÍ que reduce la prima de riesgo, la del riesgo que cierto día te encuentres cerrada tu carnicería o panadería favorita; busqué a mis iguales para luchar por lo mismo, y los encontré; comprendí que la cercanía ante los problemas vecinos sí que me satisface; averigüé que estas fuerzas que gasto ahora sí que me están mereciendo la pena, me enriquece, me apetece, me encanta… lo necesito. Luchar por mi entorno más inmediato me ha hecho comprender la dura realidad y a veces no es entendida por la gente que lucha por la lejanía, que ojo, sigue siendo una lucha importante y que agradezco que haya personas así, pero a mí se me ha quedado grande. Creo que soy más necesario en diez kilómetros cuadrados.
Antes, si se me permite la expresión, funambulaba sobre el fino alambre de los problemas generales de este país y de mi Comunidad, pero caí a la red de mi entorno, o me dejé caer queriendo, y supe poner los pies en el suelo por lo que realmente quiero, cambiar o intentar cambiar mi entorno. Unirme con mis iguales para lograr ese objetivo, con las herramientas que tenemos, que no son muchas desde luego. De qué sirve quejarme, aunque tenga motivos suficientes, de las decisiones políticas irreversibles, si por ello descuido las cosas que más anhelo. Y no me refiero a lo personal, que nunca lo he dejado aparcado, sino a lo laboral o lo sentimental. Supe preocuparme por 30 púberes en sus pupitres y sus preocupaciones cercanas; percibí la necesidad de darle importancia a los materiales con lo que trabajo cada día porque es nuestro sustento; comprendí que una etiqueta de anís del mono, como diría Chiquito de la Calzada, abre muchas puertas pero no todas; entendí que luchar por la economía de barrio SÍ que reduce la prima de riesgo, la del riesgo que cierto día te encuentres cerrada tu carnicería o panadería favorita; busqué a mis iguales para luchar por lo mismo, y los encontré; comprendí que la cercanía ante los problemas vecinos sí que me satisface; averigüé que estas fuerzas que gasto ahora sí que me están mereciendo la pena, me enriquece, me apetece, me encanta… lo necesito. Luchar por mi entorno más inmediato me ha hecho comprender la dura realidad y a veces no es entendida por la gente que lucha por la lejanía, que ojo, sigue siendo una lucha importante y que agradezco que haya personas así, pero a mí se me ha quedado grande. Creo que soy más necesario en diez kilómetros cuadrados.
CONSUME
LO-LO, TRABAJA LO-LO, QUIERE LO-LO, CUIDA LO-LO
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